ORIZABA, Ver.- Aracely Ledezma Flores, diseñadora de modas nunca imaginó que un proyecto que planeó realizar hace ya 22 años, cuando estudiaba, se fuera a convertir en un aliciente para muchas mamás que sufren por la desaparición de sus hijos.
Recuerda que al graduarse comenzó su trabajo de manera independiente diseñando con textil piezas artesanales pigmentadas con flores y hojas naturales. Dice que es la única que hace este tipo de trabajo en el estado.
Su trabajo es arduo porque ella misma recolecta la flor, por la que acude a la sierra de Zongolica; hace el diseño, el pigmentado y la colección, este trabajo lo remata con su marca.
La pandemia cambió todo para ella y su familia, pues de hacer ropa de diseño propio tuvo que diversificarse para poder subsistir y, con ayuda de su hijo y su mamá hizo cubrebocas, lo que les ayudó a salir adelante. “Mi hijo los cortaba y mi mamá y yo los cosíamos”, mencionó.
Este tiempo lo aprovechó para sacar sus apuntes escolares y encontró el viejo proyecto de hacer muñecos artesanales y personalizarlos. En una plática con una amiga, “le pregunté si me permitía hacer un muñeco y personalizar a su familiar desaparecido, me dijo que sí y me dio la última prenda que visitó antes de su desaparición”.
Así, su proyecto se convirtió, poco a poco en una forma de llevar consuelo a las personas que tienen un familiar que ya trascendió, por enfermedad, por causa natural o está desaparecido.
Señala que hacer a los “guapitos” y “guapitas”, como llama a los muñecos es difícil, pues, aunque no pide mayor detalle sobre cómo desapareció la persona, el familiar que le encarga hacer la figura, le platica cómo ocurrió el hecho.
“Me costó mucho trabajo el primer muñeco que hice porque escuché la historia de su día antes de desaparecer, son muchas las emociones y fuertes, al grado que tuve que parar cuando trabajaba con la ropa, para poder conectar el cerebro con el corazón”, recuerda.
Entregar a los primeros cinco muñecos fue impresionante pues vio a las mamás cómo los abrazaban, besaban y acariciaban, “como si a los que cargaban fueran verdaderamente sus hijos. Me daban las gracias por tener a su niño representado en un guapito o guapita”, señala.
Las mamás le llevan sus prendas y una foto, así va bordando los ojos, el cabello, cortando el pantalón; “me voy fijando en la foto y me doy cuenta de cómo eran, los hago lo más parecido que se puede”.
Esta, dice, es su forma de colaborar con el Colectivo Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba y dar un poco de consuelo a quienes buscan a sus hijos.