La Iglesia católica en Orizaba pidió que se revisen estrategias de seguridad en las carreteras, esto luego de que el pasado miércoles 17 de julio, el obispo de la Diócesis de Tehuacán, Gonzalo Alonso Calzada Guerrero, sufriera un asalto en la carretera Intermixteca en el estado de Puebla.
El encargado de la pastoral social de la Diócesis de Orizaba, Yael Cebada Tejeda, recordó que el prelado viajaba en una camioneta color blanco sobre la carretera cuando sujetos desconocidos lo obligaron a detener la unidad. Fue bajado del vehículo, cubierto de la cara y despojado de sus pertenencias.
Todos estamos expuestos, ninguna persona está exenta y enfrenta situaciones de inseguridad en la región, estado o el país. Por ello es urgente revisar los mecanismos de seguridad y modificarlos
Confirmó que el obispo Calzada Guerrero interpuso la denuncia ante la Fiscalía General del Estado de Puebla, por lo que se abrió una carpeta para iniciar las indagatorias y dar con los responsables del asalto.
“Nosotros no andamos con armas, con escoltas o con carros blindados; andamos como toda persona ordinaria y, en este sentido, somos vulnerables. Nuestra tarea es construir una tarea de paz”, dijo Cebada Tejeda.
¿Cuál es la postura de la Iglesia Católica de Orizaba sobre la inseguridad?
El declarante reconoce que como sociedad se debe tener la certeza de sentirse seguros y protegidos cuando se realiza alguna actividad cotidiana, por lo cual es urgente que las autoridades redoblen esfuerzos en los diversos tramos carreteros entre ellos Sumidero-Fortín. Lamenta que este tipo de hechos ocurran a plena luz del día.
Sin embargo, el encargado de la pastoral social de la Diócesis de Orizaba detalló que la labor de la iglesia es continuar con el acompañamiento de la fe, “puesto que hoy en día los hombres ya no temen a dios”.
Cabe recordar que el pasado 3 de abril, el obispo de Orizaba, Eduardo Cervantes Merino, fue víctima de asalto en la autopista Puebla-Veracruz, donde fue despojado de sus pertenencias y objetos allegados.
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Dentro del botín que le fue robado se encontraba su insignia o anillo episcopal, otorgada como distinción del cargo por el Vaticano. Este le fue devuelto días después.
Según informes, el obispo no resultó lesionado durante el asalto, pero sí se reportó un impacto psicológico debido al incidente.
Las autoridades locales y estatales iniciaron una investigación para identificar y capturar a los responsables del asalto.
Finalmente, el entrevistado dijo que los sacerdotes se encomiendan a Dios para que durante sus visitas pastorales y recorridos siempre los cuide, por lo cual no tienen ni temor ni miedo y continuarán con la construcción de la paz y la evangelización.