Orizaba, Ver.- Un sinnúmero de experiencias, dolorosas muchas de ellas y otras tantas, felices, marcan la vida de Orlanda Romero Cid, quien tiene 27 años de trabajar como enfermera de la Cruz Roja de esta ciudad. La mayor satisfacción que le deja su trabajo, dijo, es poder servir a las personas más necesitadas.
Durante una plática en la que es su área de trabajo, donde pasa el mayor tiempo del día, Orlanda recordó que desde muy chica le gustaba mucho la Enfermería.
Después de la secundaria tuvimos un taller de primeros auxilios y desde los 14 años empecé a inyectar, a tomar signos vitales, a hacer esos cursos. En ese entonces ya había en Cruz Roja cursos para ser Auxiliar de Enfermería, así que terminé la secundaria y entré a la Cruz Roja en el año de 1992
Orlanda es la única enfermera que queda en la benemérita institución, de los que había en ese entonces.
Soy de los compañeros que tenemos muchos años, como enfermera soy la única que queda; aunque hay compañeros paramédicos que también tienen ya algunos años
Resalta que ahí trabaja porque le gusta pues se ayuda mucho al prójimo, principalmente a la gente más necesitada, a la gente de escasos recursos, a los niños; pues atienden a todo tipo de pacientes.
LA PRIMERA EXPERIENCIA DOLOROSA COMO ENFERMERA FUE A LOS 16 AÑOS
Al ser la Cruz Roja una institución que atiende las emergencias, a ella llegan lesionados por cualquier tipo de accidentes, por lo que le ha tocado atender a personas con heridas muy graves. Recordó que al inicio de su carrera hubo una que fue impactante.
Fue a mi inicio. Primero hacíamos teoría y después práctica; era yo muy joven, tenía 16 años cuando comencé a hacer prácticas; ahí tuve el caso de un chico que sufrió un accidente y tuvieron que intervenirlo porque tenía mucho dolor; el chico falleció en el quirófano. Fue un impacto muy fuerte porque ese día el chico cumplía 18 años; falleció el día de su cumpleaños
Agregó que el joven vendía pan vendía en su triciclo y, al parecer se le atravesó un perro; él salió proyectado, pero se golpeó con el manubrio en el abdomen y lo tuvieron que intervenir, pero debido a las lesiones, falleció.
A pesar de lo doloroso y difícil que ha sido vivir estas y muchas otras experiencias, no ha desistido de ser enfermera en una institución como Cruz Roja, pues también hay casos de éxito “y nos vamos con la alegría de que gracias a Dios el paciente salió bien, esa es una satisfacción buena”, destacó.
Entre las experiencias satisfactorias, relató, están el asistir muchos partos e incluso atenderlos cuando el médico está ocupado.
“Generalmente son pacientes que están en periodo expulsivo y hay que atenderlas”, acotó.
EN CRUZ ROJA SOMOS UNA FAMILIA
Trabajar en una institución durante muchos años ha hecho que Orlanda sienta que quienes ahí laboran sean parte de su familia.
Aquí me he sentido a gusto, como parte de una familia; todos somos compañeros. En situaciones difíciles, tanto paramédicos como enfermeras, médicos, todos nos apoyamos. Me ha hecho feliz ser parte de la Cruz Roja, es por eso que llevo aquí tantos años, porque son parte de mi familia
SON POCOS LOS JÓVENES CON VOCACIÓN
Al preguntarle si hay interés en los jóvenes por pertenecer a una institución de este tipo, la jefa de Enfermeras señaló que algunos sí tienen vocación.
Cuando entran al curso para ser paramédicos sienten que tienen la vocación, pero de esos si entran 80 los únicos con verdadera vocación son 20; poco a poco se dan cuenta de que no tienen tanta vocación y terminan desertando
Para trabajar en Cruz Roja se necesita principalmente, vocación y que les guste. “Esto es algo bueno, es una satisfacción tan bonita poder ayudar a la gente, al prójimo; ver la sonrisa de un niño cuando le dice a uno gracias o el agradecimiento de los padres de familia, también es muy bonito”, concluyó.