Ixhuatlancillo, Ver.- La incidencia de intentos de suicidio en adolescentes se incrementó alarmantemente a raíz de la pandemia, a consecuencia del confinamiento y la falta de convivencia social, mencionó Rodrigo Castillo, psicólogo adscrito al Hospital de Salud Mental Manuel Concha Vázquez.
Dijo que de atender entre 10 y 12 casos al año, en la fase final del encierro –a finales del año pasado y comienzo del 2022- se registró una demanda excesiva de atención y comenzó a atender entre 5 y 7 adolescentes con problemas de angustia, depresión e intento suicida, cada semana. Esta, dijo es su opinión personal pues al ser operativo atiende sólo a una parte de toda la población que llega a demandar la atención.
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Recordó, tras dar una charla a un grupo de adolescentes de este municipio para prevenir el suicidio, que esa es una etapa crítica en los seres humanos, que tiene sus propios desafíos y, en ella “siempre está latente la depresión, la ansiedad y todos los problemas relacionados a la socialización”.
Fue el confinamiento total lo que cortó de manera repentina ese proceso e impidió llevar a cabo de manera natural uno de los retos de la adolescencia: la socialización y la búsqueda de una identidad a partir de la convivencia en el grupo de identificación con iguales.
Señaló que las redes sociales y las tecnologías de información actuales fueron el único vínculo de convivencia y no lograron cubrir el requisito de hacerlos sentir cerca, acompañados y mucho menos cubrió emocionalmente las necesidades de todo adolescente.
Añadió que cada vez niños de menos edad al afrontar exigencias sociales y de requerimientos materiales -al estar expuestos a la influencia de las redes sociales que les plantean como parámetros tener ciertos recursos, dispositivos- “cuando se enfrentan a una realidad diferente que no cubre esas expectativas también influye en su percepción de minusvalía al no cubrirlas”, también son susceptibles a la depresión y el suicidio.
¿En qué tenemos que poner atención?
Señaló que hay síntomas que son considerados como factor de riesgo de un intento suicida como: cambios de humor, cambios de conducta, el lenguaje se focaliza en ideas fatalistas, de muerte y por tanto hablan directa o indirectamente de una minusvalía o auto devaluación de su imagen personal, de su sentido de vida; a veces hablan de querer morirse.
Lo manifiestan también de manera implícita con los cambios de humor, de hábitos; que hayan comenzado a consumir drogas, que haya perdido un familiar importante para el adolescente, que haya disfunción familiar, que tenga problemas para socializar, que haya perdido la relación de amistad o noviazgo importante o que enfrente problemas de identidad de género.
“Esos son algunos detonantes que nos comienzan a dar pauta para entender que el adolescente ya no es el mismo. Como padres no debemos minimizarlos porque al ignorar la situación se nos puede salir de las manos y de repente pueden llegar a cometer el suicidio”.
Indicó que tanto papás como profesores deben estar atentos a los cambios que reflejan los niños y a mantener comunicación constante con ellos: “pregúntenles cómo se sienten, si tienen algún problema que los agobia, si se sienten tristes, directamente si han pensado en la muerte o en hacer algo para poner en riesgo su vida”.
Refirió que mantener el mito que hablar de suicidio lo induce debe terminar, pues no es así, hablando sobre el tema, se previene. Hay que buscar cuál es la necesidad que no tienen cubierta para brindarles la ayuda necesaria y darles los espacios especiales para que puedan recibir la atención específica.