/ domingo 14 de enero de 2024

Boleros podrían desaparecer por falta de clientes

Rogelio se lamenta de que los clientes hayan bajado tanto y atribuye la situación a que las generaciones actuales dejaron de usar zapatos

Veracruz, Ver.- Rogelio Rojas Rojas no pierde la paciencia y aguarda sentado en su silla la llegada de algún cliente, aunque ahora son menos que hace 10 años y es cada vez más complicado subsistir como bolero. Él es de los pocos que se esfuerza por conservar este oficio en el puerto de Veracruz.

¿Cómo fueron sus inicios en el oficio de bolero?

Recuerda que inició como betunero hace 35 años, en ese entonces era un menor de 10 años, que preocupado por ayudar a su papá con los gastos de la casa, compró un cajón, unas latas de grasa y brochas y salió a caminar las calles decidido a bolear zapatos por unas monedas.

Con humor, Rogelio cuenta que aprendió echando a perder varios pares de zapatos, pero poco a poco fue haciéndose de clientes, luego se afilió a un sindicato que existía en aquel entonces y consiguió un espacio fijo al que arrastra todos los días su silla para lustrar zapatos, en espera de clientes.

“Yo aprendí echando a perder zapatos, un día agarré un cajón, compré lo que necesitaba y empecé con esto. En aquellos años no tenía trabajo y éramos seis hermanitos, yo veía que mi papá luego no tenía y teníamos que pagar renta, yo en ese entonces tenía 10 años y así empecé, caminando por el centro, después entré a un sindicato y me gané este espacio”, relata.

¿Por qué han bajado las ventas para los boleros?

Rogelio se lamenta de que los clientes hayan bajado tanto y atribuye la situación a que las generaciones actuales dejaron de usar zapatos y los cambiaron por los tenis; además, poco se preocupan por traer su calzado limpio, como era antes.

Sus clientes son personas que frecuentemente lo visitan, empleados o propietarios de negocios ubicados en la zona centro de la ciudad de Veracruz, que pertenecen a una generación que se preocupa todavía por verse y vestir bien, señala.

“Los chavos de hoy ya ni usan zapatos y si los usan no les importa llevarlos como sea, sucios, raspados, ya no les preocupa la boleada. Aquí nuestros principales clientes son las personas de los locales cercanos, son regularmente personas maduras, que se preocupan por vestir bien, la gente mayor es la que se viene a bolear sus zapatos”.

El bolero recuerda que en los buenos tiempos había en el parque cerca de 20 betuneros, todavía hasta antes de la pandemia de Covid-19; pero la falta de clientes obligó a muchos a dejar el oficio para buscar otros empleos, algunos más fallecieron por la edad.

Él es de los siete betuneros que se resiste y se mantiene todos los días a la espera de sus clientes. Si bien ya no se hace los 15 o 20 que se hacía diariamente antes, a pesar de la competencia que existía, al menos espera en los días buenos una decena de pares de zapatos para sacar lo del día.

Rogelio comparte que le tiene cariño a su oficio porque le ha ayudado a sacar adelante a su familia, primero colaborando en el hogar en el que creció con sus padres y sus seis hermanos y ahora con su esposa e hijos.

Por eso está todos los días de 8:00 de la mañana a 6:00 de la tarde, atendiendo a sus clientes a los que cobra 40 pesos por una boleada que dura entre 10 y 15 minutos.

El bolero no se ve en otro oficio e invita a las nuevas generaciones a adoptar su empleo | Foto: Danytza Flores | Diario de Xalapa

“Ha bajado mucho este oficio, porque hay muchas personas que usan ya más tenis… La verdad es que sí vamos desapareciendo, porque aquí en el parque éramos como 20, ahora quedan solo como seis nada más, desde antes de la pandemia hasta ahora, muchos se fueron a buscar otros trabajos, otros fallecieron”, agrega.

El bolero no se ve en otro oficio y aunque sabe que ha sido inútil, invita a las nuevas generaciones a adoptar su empleo, ya que además de ser fácil es una de las actividades con las que se pueden ganar la vida honradamente.

“Uno les pide a las nuevas generaciones que no dejen morir este oficio, pero es algo que ya no quieren hacer… es un oficio que no es complicado, que se aprende rápido, nada más de ir viendo”.

En lo que a Rogelio respecta, insiste en que mientras tenga fuerzas acudirá todos los días con su silla de bolero, sus cepillos, brochas, franelas y grasas para limpiar los zapatos de sus clientes en la ciudad de Veracruz. “Yo pienso en retirarme hasta que el cuerpo aguante, porque se está muriendo esto y somos ya bien poquitos”.

Publicado en Diario de Xalapa

Veracruz, Ver.- Rogelio Rojas Rojas no pierde la paciencia y aguarda sentado en su silla la llegada de algún cliente, aunque ahora son menos que hace 10 años y es cada vez más complicado subsistir como bolero. Él es de los pocos que se esfuerza por conservar este oficio en el puerto de Veracruz.

¿Cómo fueron sus inicios en el oficio de bolero?

Recuerda que inició como betunero hace 35 años, en ese entonces era un menor de 10 años, que preocupado por ayudar a su papá con los gastos de la casa, compró un cajón, unas latas de grasa y brochas y salió a caminar las calles decidido a bolear zapatos por unas monedas.

Con humor, Rogelio cuenta que aprendió echando a perder varios pares de zapatos, pero poco a poco fue haciéndose de clientes, luego se afilió a un sindicato que existía en aquel entonces y consiguió un espacio fijo al que arrastra todos los días su silla para lustrar zapatos, en espera de clientes.

“Yo aprendí echando a perder zapatos, un día agarré un cajón, compré lo que necesitaba y empecé con esto. En aquellos años no tenía trabajo y éramos seis hermanitos, yo veía que mi papá luego no tenía y teníamos que pagar renta, yo en ese entonces tenía 10 años y así empecé, caminando por el centro, después entré a un sindicato y me gané este espacio”, relata.

¿Por qué han bajado las ventas para los boleros?

Rogelio se lamenta de que los clientes hayan bajado tanto y atribuye la situación a que las generaciones actuales dejaron de usar zapatos y los cambiaron por los tenis; además, poco se preocupan por traer su calzado limpio, como era antes.

Sus clientes son personas que frecuentemente lo visitan, empleados o propietarios de negocios ubicados en la zona centro de la ciudad de Veracruz, que pertenecen a una generación que se preocupa todavía por verse y vestir bien, señala.

“Los chavos de hoy ya ni usan zapatos y si los usan no les importa llevarlos como sea, sucios, raspados, ya no les preocupa la boleada. Aquí nuestros principales clientes son las personas de los locales cercanos, son regularmente personas maduras, que se preocupan por vestir bien, la gente mayor es la que se viene a bolear sus zapatos”.

El bolero recuerda que en los buenos tiempos había en el parque cerca de 20 betuneros, todavía hasta antes de la pandemia de Covid-19; pero la falta de clientes obligó a muchos a dejar el oficio para buscar otros empleos, algunos más fallecieron por la edad.

Él es de los siete betuneros que se resiste y se mantiene todos los días a la espera de sus clientes. Si bien ya no se hace los 15 o 20 que se hacía diariamente antes, a pesar de la competencia que existía, al menos espera en los días buenos una decena de pares de zapatos para sacar lo del día.

Rogelio comparte que le tiene cariño a su oficio porque le ha ayudado a sacar adelante a su familia, primero colaborando en el hogar en el que creció con sus padres y sus seis hermanos y ahora con su esposa e hijos.

Por eso está todos los días de 8:00 de la mañana a 6:00 de la tarde, atendiendo a sus clientes a los que cobra 40 pesos por una boleada que dura entre 10 y 15 minutos.

El bolero no se ve en otro oficio e invita a las nuevas generaciones a adoptar su empleo | Foto: Danytza Flores | Diario de Xalapa

“Ha bajado mucho este oficio, porque hay muchas personas que usan ya más tenis… La verdad es que sí vamos desapareciendo, porque aquí en el parque éramos como 20, ahora quedan solo como seis nada más, desde antes de la pandemia hasta ahora, muchos se fueron a buscar otros trabajos, otros fallecieron”, agrega.

El bolero no se ve en otro oficio y aunque sabe que ha sido inútil, invita a las nuevas generaciones a adoptar su empleo, ya que además de ser fácil es una de las actividades con las que se pueden ganar la vida honradamente.

“Uno les pide a las nuevas generaciones que no dejen morir este oficio, pero es algo que ya no quieren hacer… es un oficio que no es complicado, que se aprende rápido, nada más de ir viendo”.

En lo que a Rogelio respecta, insiste en que mientras tenga fuerzas acudirá todos los días con su silla de bolero, sus cepillos, brochas, franelas y grasas para limpiar los zapatos de sus clientes en la ciudad de Veracruz. “Yo pienso en retirarme hasta que el cuerpo aguante, porque se está muriendo esto y somos ya bien poquitos”.

Publicado en Diario de Xalapa

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