Orizaba, Ver.- En México los burros están en peligro de extinción porque los chinos los importan para elaborar exótica gelatina medicinal, pero también porque se redujo su expectativa de vida por el maltrato que sufre.
En 1991 se realizó un censo que señalaba había 1.5 millones de ejemplares en todo el país, actualmente el número oscila entre 300 mil y 500 mil. En la región centro del estado, el número es mínimo pues se les sustituye por maquinaria para realizar trabajo del campo. Don Melesio Romero comenzó hace poco tiempo un proyecto para rescatarlos y crear en la zona, un santuario donde vivan dignamente.
El médico veterinario zootecnista, Axel López Díaz, en entrevista señala que el tema es complicado pues a los pocos animales que quedan no se les da el reconocimiento y atención que merecen, “es una especie olvidada y en peligro de extinción”, aparte de que no hay un lugar, al menos en esta parte del estado, donde se les pueda preservar, abundó.
Para trabajo en el campo hay muchas especies, pero la más explotada y olvidada es la del burro, explica. Tradicionalmente se le utiliza como animal de carga y para el trabajo rudo, incluso se le cataloga como tonto, pero pese a lo que digan es un animal inteligente y noble que ayuda en la agricultura.
¿Los burros resisten las altas temperaturas?
Por sus características físicas resisten las temperaturas elevadas, su capacidad para absorber el agua y los nutrientes de los alimentos es mayor que la del caballo, por ejemplo; pero el desconocimiento sobre esto ocasiona que sus dueños les maltraten y no potencialicen su capacidad.
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En la zona serrana donde hay tierras para cultivo, dice, la población de jumentos es mínima. Para la población del área de Necoxtla y La Cuesta, tradicionalmente utilizaba a los burros como medio de transporte y de carga. “Los burros, a diferencia de los caballos, transitan fácilmente por caminos sinuosos y empedrados”, señala.
Hasta hace algún tiempo, recuerda que, en el tianguis de El Encinar, era común ver que se vendían varios ejemplares, actualmente, uno o dos burros son los que se llegan a comercializar, porque ya no los hay.
Morgan y Eva, dos burros que fueron rescatados del maltrato
Don Melesio Romero proviene de una familia de campo, que le transmitió el amor y respeto hacia los animales. Mantiene el recuerdo de su padre, quien fue veterinario y atendió, mientras ejerció su profesión, animales de granja, desde aves de corral hasta burros, caballos y ganado mayor. Él y su madre le enseñaron a respetar y dar el cuidado a los animales.
Por ello, preocupado al ver el estado físico y las condiciones en las que vive uno de los ejemplares más nobles como el burro decidió comenzar un proyecto personal y rescatar los ejemplares que más pueda.
“No los rescato como tal, los compro en el tianguis, porque son animales que están en muy mal estado. Todos los burros son maltratados, no hay gente que les diga: me das un servicio y por eso te voy a alimentar bien y a dar la vida que mereces; no lo hay”, asevera.
Su proyecto lo comenzó con Morgan y Eva. El primero que rescató fue a Morgan un macho que compró al ver las condiciones en las que estaba, desnutrido y con una mirada triste.
“A estos animalitos les ponen arneses sin acolchonamiento, con llantas que los marcan al jalar un arado, para cargar la leña; los hacen cargar agua todo el día, llegan a cargar hasta 80 litros de agua”.
Recuerda que Morgan tenía las pezuñas cuarteadas y estaba anémico, lo mismo que Eva, a la que compró tiempo después. A ambos les alimentó adecuadamente, los desparasitó, vitaminó, curó de la columna y soltó en un terreno donde viven libremente.
Morgan tiene actualmente 13 años y Eva, 6; ambos sufrieron años de maltrato, pero ahora reciben el cuidado y cariño que merecen.
En la zona Centro del estado no existe un santuario de burros, el más cercano está en Otumba, en el Estado de México.