Río Blanco, Ver. - Su familia y amigos esperan en Colombia por él, pero las ganas de poder ser reconocido artísticamente fuera de su país lo llevaron a dejar su tierra natal para emprender el sueño americano, donde su objetivo es exponer sus obras, esta es la historia de Alberto Lizarazo Ariza.
En páginas de búsqueda, las obras de Lizarazo se destacan por ser de una sola gama de color: verde, rojo y azul; pinturas como El Cazador, Calvario, Buhonero, Bomberos, Bicileteros, Barca y Camión, por mencionar, se encuentran en redes sociales y algunas de estas viajaron con el artista de 60 años, pero desafortunadamente no llegaron hasta la zona de las Altas Montañas, donde ahora descansa.
Cuestionado sobre su trabajo señala:“tengo unas máquinas que inventé para hacer esos cuadros, me tiré 20 años en hacerlas y quiero exponerlas en un lugar donde me apoyen, como acá en México o Estados Unidos, por eso me fui”.
Desafortunadamente, para Alberto, su paso por el río que cruza la frontera hacia México hizo que sus cuadros, pinturas y pinceles se fueran con la corriente, puesto que ésta era demasiado fuerte para mantenerlo en pie; no obstante, afirma que se quedó con lo más valioso: sus manos y su mente, con las que crea diversos escenarios para inventar una pintura nueva.
“Si traje 20, pero en el Darién, me metí a nadar para llegar hacia la orilla y los perdí en el camino, hasta mi celular se lo llevo el agua”, dijo.
"Si no pasamos la frontera, me quedo en México"
Alberto busca llegar a los Estados Unidos, y junto con su único hijo, de 24 años, salieron de Colombia en julio con la Caravana Jesucristo, dejando atrás familia y amigos que esperan verlos de nuevo o tener noticias para estar tranquilos.
Te puede interesar: Veracruz, refugio seguro para infantes que migran de sus países por violencia y pandillerismo
Su recorrido no ha sido nada fácil, pero ambos se aferran al sueño americano, ya que Alberto, ve en su hijo un futuro en el arte, debido a que le apoya a pintar y ve el interés que el joven pone a lo que su papá hace.
“Si no pasamos, me quedo en México, donde expondría mis pinturas, encontraría un lugar y me pondría a inventar”.
Aunque no lamentó haber perdido sus materiales de trabajo, se mostró optimista, al ver que por su paso, en lo que le resta de camino, puede volver a adquirir más.
Ahora se encuentra en Tecamalucan, Acultzingo, descansando y, de llegar a su destino, en su mente ha guardado muchos “inventos” o inspiraciones que le servirán para plasmarlos en un cuadro y así exponer, lo que viven los migrantes, mientras caminan hacia su sueño.