Católicos de la ciudad y decanatos de la Diócesis de Orizaba desbordaron su fe al celebrar a su Santo Patrono san Miguel Arcángel. Con una procesión que recorrió las principales calles de la ciudad, la solemne Eucaristía y la quema de fuegos pirotécnicos dieron gracias a Dios por las bendiciones recibidas a través del Príncipe de la Milicia Celestial, a cuya protección se encomendaron familias completas.
Cientos de personas, entre ellos familias completas de decanatos como Citlaltépetl, Fabril, Zongolica, Tequila, Orizaba e Ixtaczoquitlán, así como integrantes de los diferentes movimientos de la Iglesia local, entre ellos, adolescentes y jóvenes, se congregaron en la Parroquia de Santa Gertrudis para caminar en procesión.
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Presididos por Monseñor Eduardo Cervantes Merino, párroco y vicarios del Sagrario de Catedral, así como de rectores de templos que son parte del territorio de la misma, recorrieron la avenida principal de la ciudad cantando alabanzas y gritando vivas al Santo Patrono de la ciudad y Diócesis de Orizaba.
Niños de Catecismo vestidos de ángeles caminaron al lado de su mamá y catequistas, mientras entonaban cantos y por momentos tomaban agua para resistir el calor que generaba la caminata.
Detrás de ellos iba el resto de la comunidad gritando ¡Viva san Miguel Arcángel! algunas personas cargaban imágenes del Patrono, de todos los tamaños, para que las bendijeran al término de la Eucaristía, en catedral; otros cargaban flores blancas, ofrenda que colocaron a los pies del Arcángel San Miguel, algunos más portaban bastones de mando, signo de respeto en las comunidades indígenas.
Al final del contingente, que se extendió por al menos cuatro cuadras, iban los jóvenes y adolescentes de los diferentes grupos parroquiales, que con su característica alegría cantaron y compartieron dulces con la población que observaba el paso de la procesión.
Cuando pasó frente al Poliforum Mier y Pesado, se integró a ella el presidente municipal Juan Manuel Diez Francos, quien junto con el Obispo, los sacerdotes y toda la comunidad diocesana caminó hasta la catedral.
A pesar de que la lluvia se hizo presente a la mitad del recorrido, los católicos continuaron su camino hasta llegar a la catedral. Ahí, en la entrada al atrio del templo, Monseñor Eduardo Cervantes esperó a que ingresara el último peregrino. A todos agradeció su alegría y principalmente por su fe, que quedó manifiesta al asistir a la Eucaristía solemne.
En su homilía, ante fieles de toda la Diócesis que se congregaron y llenaron la catedral, el prelado agradeció a los “hermanos de la Parroquia Cristo Rey, de Atzompa, por la ofrenda que hicieron a san Miguel Arcángel (el arco hecho con semillas) que luce en las puertas principales de la Iglesia Madre.
“Es regalarle a Dios, darle a Él, reconocerlo y entregarle su cariño y gratitud. Fue trabajado en comunidad, fue ponerse de acuerdo, fue dialogo, escucha y también discusión; así es la Iglesia”, enfatizó.
Agradeció también a las mujeres y hombres de Xometla, La Perla, por la ofrenda que hicieron al adornar el altar mayor y también la Capilla de nuestra Señora de Guadalupe con bromelias, flor fina que cultivan en comunidades de la zona del volcán y comercializan en la Ciudad de México.
Recordó que el Papa Francisco invita a entender la Iglesia en dialogo, comunión y participación. “Que no haya estrellitas, sino que todos seamos hermanos, que seamos comunidad para hacer cosas buenas y expresar en esta ofrenda el caminar del pueblo, el encuentro del Evangelio que ilumina la cultura originaria”.
Al término de la Eucaristía, la celebración continuó con la quema de fuegos pirotécnicos que cientos de fieles y población que llegó a la catedral disfrutaron en el atrio y el Parque Central Apolinar Castillo.
Cabe resaltar que para resguardar la seguridad de la población en el lugar estuvieron elementos de Protección Civil, así como de la Policía Vial y Bomberos.