ORIZABA, Ver.- El hoy de la Iglesia se sitúa en condiciones muy especiales, ya que la Diócesis junto con el país y el mundo entero sigue siendo golpeado por el virus Covid-19 con sus variadas y dolorosas consecuencias, resaltó el Obispo de Orizaba, Eduardo Cervantes Merino, al presidir la Misa Crismal, durante la que el presbiterio renovó sus promesas.
En su homilía destacó que “el dolor, desconcierto e incertidumbre han hecho han hecho variar nuestros estilos de vida con repercusiones dolorosas en la vida cotidiana, económica, laboral, educativa y también pastoral. Es un fenómeno que ha alterado a la sociedad en general”.
Resaltó que las comunidades han experimentado el crecimiento de la pobreza, el desempleo, contagios y muerte; también el desatino para controlar la crisis, que es de todos evidente, “son muchos los hermanos los que han perdido la vida a causa de la pandemia, médicos y enfermeras, miembros de la comunidad sanitaria, ministros y agentes de pastoral, también religiosas, incluso dos hermanos de nuestra familia sacerdotal diocesana, el padre Francisco Aguilera Medrano y el padre Óscar Gabriel Méndez Flores".
A los sacerdotes dijo que a pesar de la nube que oscurece el horizonte, están llamados a ver la realidad que los envuelve y salir de la crisis, mejores; y antes que echar culpas a otros, antes de buscar soluciones fáciles les toca asumir su propia responsabilidad, con valentía y creatividad, para salir adelante.
Durante la Eucaristía, Monseñor Eduardo Cervantes bendijo los óleos de catecúmenos, el que se utiliza para la unción de enfermos y el Santo Crisma, que se utiliza en los Sacramentos.
También felicitaron a los padres Demetrio Landa, Jorge Heberto Bautista Valenzuela, Ángel Flores y Marcos Palacios, quienes a lo largo de este año cumplirán 25 años de ejercer su ministerio sacerdotal. Ellos recibieron la Bendición Papal.
Esta ceremonia, se realizó, en el caso de la Diócesis de Orizaba únicamente con la participación de los sacerdotes y dos ministros por parroquia. En la Diócesis de Córdoba sólo participó el presbiterio y posterior a la Misa se hizo entrega del óleo para llevarlo a sus parroquias, sin hacer la tradicional procesión, porque no lo permite la pandemia.