Orizaba, Ver.- En barrios del valle de Orizaba las familias comienzan a planear las posadas calculando el costo de la comida hasta de las bebidas que regalarán a los invitados. Aunque los precios aumentan en la víspera de esta fiesta popular, las amas de casa esperan gastar entre dos mil 500 y cinco mil pesos para convivir un grupo de veinticinco personas.
Toda posada incluye decoración, antojitos mexicanos, piñata, música y aguas frescas o jugos para las niñas y niños que llegan acompañados de sus padres.
En adornos calculan que la inversión será de unos 200 pesos, por las velas que darán durante la procesión 150 pesos, en el ponche invertirán unos 250 pesos, pues hay que comprar tejocote, caña, guayaba, manzana, canela y panela, para endulzarlo; en los tamales se irán unos 500 pesos, en refrescos y jugos, 500 pesos; mientras que para los adultos se compraría cerveza o licor, lo que requiere mil pesos más.
La piñata llena de dulces, alguna fruta seca y unos pocos juguetes tiene un costo de 650 pesos. La piñata de picos es la tradicional. En muchas posadas familiares no puede faltar la música para amenizar el ambiente.
Se va perdiendo tradición
La señora Lucía Gómez, vecina del barrio del Arenal, dice que sus vecinos siempre cooperan, de acuerdo a sus posibilidades económicas; dice que a quienes tienen un mejor empleo les piden que aporten un poco más, cuando ya falta poco para la posada.
Recuerda que en el patio 3 de mayo, ubicado en la calle Sur 18, entre poniente Cinco y Siete, donde nació, los inquilinos hacían la fiesta navideña de cooperacha, porque ahí vivían vendedores ambulantes y empleados que iban al día.
Cada año dividían los gastos entre las familias, que con lo poco o mucho que aportaban se hacía el baile.
Actualmente el panorama es diferente, pues en los barrios y colonias los jóvenes quieren música moderna y alcohol, afirma.
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Apunta que cuando comienza diciembre invitan a los vecinos para que participen y entre todos se organice la posada en el barrio.
A modo de minimizar los gastos que esta representa, la decoración y la piñata se hacen en casa y las mamás tratan de involucrar a los niños, para que ayuden y se diviertan haciendo la piñata, “así convivimos y no están de ociosos los chamacos”.
Por último, dice que, aunque sale un poco caro hacer una posada, compartiendo los gastos entre todos es más económico y, la disfrutan mucho más.