Con ánimo que a veces levantaba con consignas como "Fue un error, votar por Obrador" y que otras decaía, tal vez por la falta de costumbre a marchar, miles de ciudadanos salieron a marchar en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, comandados por figuras como la familia LeBaron, el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés o Paola Migoya, de Frente 21. Lo visto desde el Ángel de la Independencia hasta el Monumento a la Revolución fue algo parecido a una ola blanca, no sólo porque de ese color eran las ropas de marcas finas que vestían, sino también porque fue el color de piel dominante.
El outfit se compuso de sombreros estilo Panamá o gorras deportivas, camisas de algodón y lino de marcas como Náutica, Columbia o Polo, jeans o pantalones casuales beige. El calzado fue invariablemente deportivo y los accesorios como lentes para el sol Ray Ban, relojes y joyería tampoco faltaron. Los iPhone de modelo más reciente sirvieron para grabarse entre sí gritando "Fuera López" o "se ve, se siente, México está presente", o para llevarse a casa las palabras que Adrián LeBaron pronunció en el Monumento a la Revolución, donde concluyó la marcha. Todo enmarcado por una máxima: "ni chairos, ni fifís, mexicanos".
Entre discurso y discurso los asistentes murmuraban entre sí o para sí: "no saben que lo que quiere imponer es una doctrina dictatorial, eso es de lo que no se dan cuenta", dice una señora sexagenaria a su compañera en voz baja. Por supuesto, se refería al presidente, a quién se refieren tajantemente como López, a secas. Incluso los niños parecen tener aversión por el presidente: "¿Es AMLO?", pregunta uno que se trepó a una estructura para ver mejor. "Ah no, es LeBaron", recompone con alivio.
Durante la marcha se hizo patente la sabiduría popular: "juntos, pero no revueltos". Si bien todas las consignas eran contra el presidente, eso no hizo que las personas vestidas de blanco marcharan junto a las bases del PRD: gente traída de la periferia de la Ciudad de México, de Chalco o Chicoloapan. "¿Por qué vas tan rápido?", pregunta una señora a su esposo -ambos de la ola blanca-, "para no irnos parando tanto y pasar a los del PRD", le respondió. Incluso el "juntos, pero no revueltos" tuvo representación gráfica: mientras los perredistas marchaban a toque de campana -esa que anuncia el arribo del camión de la basura- por los carriles oriente de Reforma, la ola blanca lo hacía en los carriles poniendo con una pancartas en apoyo a la familia LeBarón.
Bajo el asedio del sol, que no dio tregua, Adrián LeBarón, con voz entrecortada acusaba desde el templete dispuesto en la Plaza de la República: "vivimos en un país que ha perdido el respeto por la vida". Los asistentes aplaudían, grababan e incluso los hubo quienes no podían evitar dejar caer unas lágrimas. "Cómo podemos unirnos antes de que nos maten a todos por favor", clamaba Adrián y el resto respondía con un "no estás solo", consigna innumerablemente escuchada y arraigada en los mítines y campañas presidenciales de Andrés Manuel López Obrador.
El mitin en el Monumento a la Revolución concluyó a las 13:30 horas, dos hora y media después de que partieron del Ángel de la Independencia. Con las mismas ropas blancas que llegaron, los asistentes se perdieron entre las calles de la colonia Tabacalera, algunos dispuestos a abarrotar los restaurantes cercanos, otros los estacionamientos, a esperar su automóvil para seguir con la rutina del domingo. Los perredistas que marcharon contra López Obrador, en cambio, volvían a los autobuses que los llevarían de regreso a Chalco o Chicoloapan, en la periferia del Valle de México.