El cardenal Carlos Aguiar Retes, quien asume este lunes la Arquidiócesis Primada de México con el reto de formar una Iglesia "más cercana a la gente", sustituye a Norberto Rivera en un cargo salpicado por acusaciones de encubrimiento en casos de pederastia, tema que ha alcanzado al propio papa Francisco.
En declaraciones reproducidas este domingo por el semanario católico Desde la de fe, Aguiar señaló que su primer reto es conocer desde la entraña la vida de la Arquidiócesis, el segundo trazar el camino a partir de ese conocimiento, y el tercero "conformar una iglesia más cercana a la gente, con mayor capacidad de escucha, de discernimiento y toma de decisiones en conjunto".
Explicó que el objetivo es lograr lo que ha planteado el papa Francisco en el sentido de "dejar de ser una Iglesia autorreferencial y conducirla hacia el servicio a la sociedad, en la que sean escuchadas las voces de toda la comunidad".
Nacido el 9 de enero de 1950 en Tepic, Nayarit (oeste), en el seno de una familia muy devota, Aguiar ha sido toda la vida una figura activa dentro de la Iglesia Católica. En 2009 fue nombrado arzobispo de Tlalnepantla, en el central Estado de México.
Comparte muchos valores con el papa Francisco sobre la necesaria cercanía con los feligreses, la lucha contra la pobreza y la marginación y la defensa de los migrantes.
En diciembre pasado el Vaticano informó que el papa había designado a Aguiar como nuevo arzobispo de Ciudad de México después de aceptar la renuncia de Norberto Rivera Carrera, quien había sido líder de la Iglesia Católica mexicana desde 1995 y que el 6 de junio de 2017 cumplió 75 años, edad de jubilación para los obispos.
Rivera ha enfrentado varias acusaciones por una presunta complicidad en los casos de pederastia que han salpicado a algunos religiosos como Nicolás Aguilar, acusado de abusar sexualmente de más de un centenar de menores.
Rivera fue acusado de brindar protección al presbítero cuando era obispo de Tehuacán, pero la demanda fue declarada improcedente.
Asimismo, en 2010 una diputada mexicana interpuso una demanda penal para que se investigaran los casos de abusos sexuales de menores atribuidos a Marcial Maciel (1920-2008) y otros miembros de los Legionarios de Cristo, así como la posible existencia de una red de encubrimiento en la que estaría Rivera.
Y el 2 de junio de 2017, el exsacerdote Alberto Athié presentó ante la Procuraduría General de la República (PGR, fiscalía) una denuncia contra Rivera por el presunto encubrimiento de curas pederastas.
Athié señaló que Rivera reconoció públicamente en 2016 que había atendido casos de sacerdotes que cometieron actos de pederastia, pero notificó de ello al Vaticano en vez de a las autoridades mexicanas.
"Aquí tenemos que hacer la investigación, (que) se manda a la (Congregación de) la Doctrina de la Fe, en Roma, y el Santo Padre es quien ha tomado las decisiones en estos casos tan dolorosos, porque sí han sucedido aquí en México", dijo el cardenal, citado en la denuncia.
La Iglesia mexicana calificó el pasado 28 de enero de "calumnias" las acusaciones y defendió los 22 años de Rivera como arzobispo primado.
"Un tema comenzó a llenar de sombras su desempeño episcopal a partir de una calumnia incesantemente repetida, por distintos personajes, y reproducida una y otra vez en los medios de comunicación: la injusta acusación de encubrir delitos de algunos clérigos", indicó la Arquidiócesis en un editorial en Desde la fe.
El tema del encubrimiento, un dolor de cabeza recurrente para la jerarquía católica, ha alcanzado recientemente al propio papa Francisco, quien en enero pasado decidió enviar a un obispo a Chile para escuchar "a quienes han manifestado la voluntad de dar a conocer elementos que poseen" sobre "el caso de (el obispo) Juan de la Cruz Barros Madrid".
Barros Madrid, nombrado obispo en 2015 por Francisco, ha sido señalado en Chile por encubrir los casos de abusos sexuales cometidos por Fernando Karadima cuando éste era párroco de la iglesia de El Bosque.
Durante el viaje que realizó Francisco a Chile, del 15 al 18 de enero pasado, Barros estuvo en el ojo del huracán por participar en los principales actos religiosos de la visita del pontífice.
El último día que estuvo en Chile, Francisco dijo que "el día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, voy a hablar".
"No hay una sola prueba en contra, todo es calumnia", añadió.
En el vuelo de regreso a Roma tras su gira por Chile y Perú -país que visitó entre el 18 y el 21 de enero-, el papa pidió perdón a las víctimas por estas declaraciones.
"Hice una herida sin quererlo y esto me ha dolido mucho. Sé cuánto sufren y sentir que el papa les dice en la cara que le den una carta con la prueba, es una bofetada. Me doy cuenta de que mi expresión no fue feliz, porque no lo pensé", admitió. EFE