A pocas horas del decisivo discurso de Puigdemont, la mayor presión proviene del sector económico.
El responsable de turismo de Barcelona, Agustí Colom, reconoció que se percibe una caída “poco significativa” de las reservas hoteleras. La central empresaria catalana Fomento del Trabajo aseguró, en cambio, las bajas eran del 50%.
Por otra parte, el éxodo de empresas que abandonan Cataluña para instalarse en otras regiones de España comienza a alcanzar dimensiones alarmantes. Por lo menos 28 sociedades decidieron abandonar la región y otras siete están estudiando la hipótesis del traslado. Once de esas compañías cotización en bolsa, lo que significa que -desde el referéndum del 1 de octubre- 78 mil 130 millones de euros de activos se alejaron de Cataluña en busca de estabilidad.
Están conduciendo a Cataluña a una “situación económica límite”, se alarmó ayer el presidente de la Asociación de Empresarios de Cataluña, José Bou. El nacionalismo catalán, dijo, está conduciendo a una “situación que puede causar daños irreparables” de los que se tardarán “décadas” en recuperarse.
Desde el exterior, la canciller alemana, Angela Merkel, habló por teléfono con Rajoy para reiterar su apoyo a la unidad de España, y abogó por reforzar el diálogo interno. Por su parte, el gobierno francés reiteró ayer que “no reconocerá una eventual declaración unilateral de independencia”.