Hace pocas horas, el terrorismo, en su faceta más actual, volvió a hacerse presente ahora en el barrio de Manhattan, muy cerca del sitio donde fueron derribadas las Torres Gemelas en septiembre de 2001.
En esta ocasión, un autobús entró en sentido contrario recorriendo varias cuadras un carril para bicicletas, atropellando a decenas de personas y ciclistas, provocando ocho muertos y un mayor número de heridos. El conductor de 29 años de edad, y quien ingresó a vivir en 2010 a los Estados Unidos, bajó del camión gritando palabras que lo identificaron como miembro de alguna secta terrorista del Oriente Medio. Fue herido por la policíade Nueva que lo tiene bajo custodia y atendido en un hospitalcercano.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, confirmó que efectivamente ha sido un ataque terrorista. El incidente tuvo lugar en la intersección de las calles West y Chambers, a lo largo del Río Hudson,un poco después de las tres de la tarde, hora local de Nueva York. El número de fallecidos podría incrementarse debido a la cantidad de heridos.
Mencioné líneas arribas “faceta actual” porque los últimos eventos de esta naturaleza, en Barcelona, en Londres y en Manchester, han sido a base de atropellamientos, y de las posteriores reivindicaciones de grupos terroristas islámicos.
El terrorismo actúa de tal forma que asalta la razón, desequilibra. Vivimos una incertidumbre. Esa incertidumbre hacia la cual rodamos impulsados por una lógica existencial, y que corre paralela a una lógica religiosa y política, y reconoce que frente al gobierno no existen sino la muchedumbre y la nación, pero no el individuo, quien apenas es un miembro común de la sociedad, afiliado tal vez a un partido político, a un sindicato, a un gremio, a una asociación.
La estrecha correlación que existe en las actividades humanas hace que hoy, cualquier suceso con sabor a terrorismo, repercuta inmediatamente en la esfera política. Y para dar mayor énfasis al párrafo debemos agregar la muy preocupante situación económica que viven la mayoría de los países del mundo, y que es común denominador, o mejor dicho, es el cristal al través del cual se miran peor todas las cosas.
El terrorismo es el uso de la violencia para el logro de cualesquier tipo de objetivos, ya sean políticos, religiosos, económicos. Todas las definiciones actuales de terrorismo comparten un elemento común: conducta motivada políticamente. El rápido crecimiento de las organizaciones criminales transnacionales y el crecimiento del rango y escala de tales operaciones, pueden bien resultar en el uso de violencia para alcanzar objetivos cuya motivación sea la obtención de beneficios financieros.
¿Dónde está, en este momento, la palabra sabia de los líderes morales de la Humanidad, pidiendo cordura, reflexión, el tiempo necesario para no equivocar el camino; la paciencia que deslinda de la incertidumbre, que da seguridad, que proporciona certeza, elementos de alto valor para la aplicación de la justicia?
Las palabras de Benjamín Franklin, digno constructor de la Unión Americana, quedan en el aire para quien quiera recogerlas: NUNCA HA HABIDO UNA BUENA GUERRA NI UNA MALA PAZ. Que sirvan para advertir – como lo advertía Einstein – que los contendientes de la Cuarta Guerra Mundial tendrán que librarla a pedradas.
pacofonn@yahoo.com.mx